Memoria de elefante de António Lobo Antunes

Memoria de elefante

António Lobo Antunes es un escritor triste, de fino humor y poesía adherida a la piel de su narración. Se editó Memoria de elefante en 1979 y es su primera libro publicado de cuyo primer capítulo dice que tardó un año en escribirlo. Entonces él ejercía como psiquiatra en un hospital de Lisboa, igual que el protagonista de la novela, y, como él, había estado en la guerra de Angola mientras su hija nacía y crecía en Portugal. Estuvo allí veintisiete meses y cuenta en las entrevistas el horror, el dolor y la sensación de pérdida que supone una guerra, “… la guerra me jodió y me sigue jodiendo…”. Y, de una manera u otra, siempre están Angola y la guerra en sus obras.

     Como Faulkner, como Nabokov, como tantos, comenzó escribiendo versos -malísimos, a su entender-, pero la poesía es inherente a su forma de narrar, a ese surtidor de imágenes que desfilan bajo nuestros ojos llevándonos del pasado al presente y sin visión posible de futuro, desde la experiencia acumulada por su alter ego, el médico sin nombre. La historia, si tal puede llamársele, se desarrolla en un día crítico en el que el doctor ya no puede más. Desvinculado voluntariamente de su familia, ajeno y crítico con su trabajo diario, perdido en un quehacer cotidiano vacío en el que su memoria se pierde por los meandros del pasado -padres, mujer, hijas, Angola-, va desgranando pedazos de su historia desde un vacío existencial agónico y sin respuestas. Con una mirada crítica, alienada y ajena, en la que la mayoría de los personajes no responden a un nombre, sino a una perífrasis o una sinéqdoque que deriva en agudas metonimias para el lector atento…, generalmente irónicas, muchas veces lúcidas, otras crueles, alternando primera y tercera persona -el narrador sigue al psiquiatra, pero el psiquiatra toma las riendas de su monólogo interior, de sus recuerdos y sus tormentos-, asistimos al que se presenta como el climax de una crisis personal que ha de ser resuelta para ser “…el adulto serio y responsable que mi madre desea y mi familia aguarda…”. Al tiempo, observamos un variopinto desfile de individuos enfrentados a la locura, la incomprensión, la soledad…, en un transcurrir cotidiano y anecdótico.

      No es una novela de respuestas, es, probablemente, una estupenda primera novela de alguien que no está donde quiere, que, como el trasunto doctor, quiere escribir y empieza a hacerlo, sin una trama alambicada, pero con un devenir emocional extremo y estupendamente resuelto, cuyo paisaje interior y exterior es apuntalado por autores, escritores, músicos e incluso letras de poemas o canciones. Supongo que al principio muchos autores necesitan (o quieren) apoyarse en otros, bien para hacerse entender, bien porque les da la gana, cada cual tendrá sus motivos. A veces eso está bien, a mi, dependiendo, claro está, no me gusta especialmente, pero es efectivo y también puede ser irremplazable (así el amor de su mujer por Dylan Thomas, mas aquí, de alguna manera, Dylan y Caitlin pasan a ser, de alguna manera, protagonistas de una parcela de Lobo Antunes).

     Mención aparte merece el enfrentamiento que con el oficio de psiquiatra («…me cago en el Arte de la Catalogación de la Angustia, me cago en mi,…»)  mantiene el médico, y no me cabe duda que Antunes, así como su visión sobre el enfermo mental y las instituciones que lo acogen

       Y el amor y la pérdida. Por su mujer, por sus hijas.

Lobo Antunes

3 comentarios en “Memoria de elefante de António Lobo Antunes

  1. Creo que sí, que se puede decir de él que es un escritor triste (de la misma forma que lo es Juan Marsé), aunque más que triste es el peso de los acontecimientos (tristes cuando no lamentables) lo que llena no ya de tristeza sino de desesperanza sus escritos. Yo me hallo en ellos como en una segunda piel, quizá porque veo el mundo igual de pesaroso y nunca ajeno: sin escapatoria. Cómo su especial lenguaje (ya en las altas cotas de estilo de «Esplendor de Portugal» o «Manual de inquisidores») va aturdiendo, incluso aprisionando al lector mediante esas idas y venidas de sus diversos yoes es algo que me fascina, sobre todo por esa capacidad lapidaria de la que no hay dios que pueda escapar sin que se le caiga la cara de vergüenza.

  2. Y, sin embargo, sé de muchos a quienes la escritura/lectura de Antunes les resulta totalmente ajena a todo derrotismo. Su lucidez puede resultar hiriente e incluso descorazonadora, pero en hay algo en su obra, tomada en conjunto, que aspira a alguna forma oscura de salvación. ¿Cabría llamarlo una “inmensa dignidad”, como comentaba él mismo recientemente en una entrevista en El País?

    • Sí, así es, una inmensa y profunda dignidad. Y ciertamente su obra no es derrotista, pero sí que me parece que “Memoria de elefante” es diferente. Probablemente por ser la primera y porque, cronológicamente, él está inmerso en ese mismo proceso de cambio, de rechazo… Es el primer Antunes que sale a la luz y aún le queda trecho por andar, aunque ya apunta muchas de sus formas y fondos. En esta obra se desdibuja menos.

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