La metamorfosis de Franz Kafka

Vaya por delante que no sé alemán. La metamorfosis o La transformación. Ya el título provoca traducciones dispares, qué no será de la interpretación de la obra. Por un lado hay quienes defienden metamorfosis, entre otras cosas, porque el término elegido por Kafka fue Verwandlung y con tal término se habían traducido Las metamorfosis de Ovidio hasta el siglo XIX, además Goethe lo empleaba en sus textos literarios, mientras que, en los científicos, utilizaba Metamorphosen. Enlazando con Ovidio se apoyan quienes subscriben La transformación, porque -entiendo que a partir del XIX- sus Metamorfosis se tradujeron como Die Metamorphosen y el lenguaje de Kafka, siendo, como era, efectivo, austero, consuetudinario, eligió, no obstante, Die Verwandlung, mucho más próximo al común de los mortales y sobre todo en Praga donde convivían el checo y un idioma alemán alejado de Alemania y por lo tanto, menos actualizado y, a excepción de Kafka, más rimbombante en los autores de esta lengua, por eso de marcar la diferencia y la preeminencia. Además, según comienza la obra, en las primeras líneas, Gregorio Samsa se transforma –verwandelt-, no se metamorfosea.

     Cinco años antes de escribir La metamorfosis, en Preparativos de boda en el campo -obra que escribió antes de empezar a trabajar-, Kafka concibe un sujeto escindido que envía su cuerpo vestido fuera, a hacer vida social o a tropezarse, a caerse, mientras su yo permanece en cama con la forma de un gran escarabajo, simulando un sueño invernal y apretando sus patitas contra su cuerpo abultado… En 1912 este insecto tiene un nombre, Gregorio Samsa, una familia, un trabajo, un jefe, una amante… y queda encerrado en su cuarto: El solitario punto central del círculo solitario, frase de Kleist, autor de referencia para Kafka.

     El acercarme a esta obra que absorbí con estupor en mi adolescencia no ha sido otro que la diferente opinión sobre su relectura de un par de contertulios adictos a la lectura. Para mí fue la primera novela -devorada a hurtadillas durante las supuestas horas de estudio en el colegio- que me abrió un mundo literario diferente y me condujo a Sartre, Camus y, cómo no, Beckett. Y su segunda lectura ha sido, si cabe -no podría asegurarlo ¿quién recuerda con certeza?- mejor, por lo menos tan absorbente, sin duda menos atolondrada. El ritmo, con su lenguaje preciso, casi desnudo, es -y me ha sorprendido: realmente solo me acordaba de que Gregorio Samsa se había convertido en una cucaracha-, el ritmo es trepidante y el humor, presente y no necesariamente negro (eso sí que no lo recordaba en absoluto ¡ah, la la adolescencia a tientas!).

     Samsa nos dice ser un viajante que trabaja muy a su pesar, pendiente siempre del reloj, sometido a la jerarquía laboral y a unas relaciones fugaces y, sobre todo y en primera instancia, a la familia que es donde comienza la cadena y la condena. El poder nace al mismo tiempo que el individuo y es en el hogar donde primero se siente el engranaje de su superestructura. En el arranque, ya por todos conocido, es la mente de Samsa que, sin cuestionar sus nuevas circunstancias -el hábito de aceptar y adecuarse es el motor cotidiano- intenta hacerse entender por los demás. Kafka nos describe con minuciosidad la casa -al punto de que Nabokov hiciera varios croquis sobre ella-, los objetos, el tiempo atmosférico -siempre oscuro, excepto al final, cuando ya no hay alimaña-. Apenas hace retrocesos en el tiempo, algunas alusiones al comienzo cuando Samsa nos pone al tanto del punto de partida con respecto a sus obligaciones, que eran su vida. Tres partes. I. El descubrimiento del hijo como un bicho raro, asqueroso, y la primera herida. II. La convivencia con el monstruo: una nueva rutina que va evolucionando. La figura finalmente emergente del padre que tanta presión ejerció sobre Samsa. La segunda herida -esta escena es magnífica, con las manzanas al vuelo y un fino, agridulce sentido del humor-. III. El abandono y con él, la sociedad que entra en la casa y el oprobio no se puede mantener. La manzana podrida ¡qué imagen! en la herida mortal. La progresión en los tres capítulos es trepidante, el desarrollo es perfecto, en el aparente absurdo existencial de la familia cada miembro ejerce su papel y, de vez en cuando, una pregunta parece cruzar sus mentes, pero ese animal repugnante, incomprensible e idiota, no encaja en la pequeña colectividad. La soledad de Samsa crece hasta el límite  a medida que su cuerpo se reduce y su espacio vital se llena de escollos.

      Imprescindible -para quienes lean literatura, claro-.

    La edición del 30 aniversario de Alianza es exquisita -no así la traducción, por cierto anónima, y esto se nota más si lees a Kafka en la excelente versión editada, y creo que agotada, de Galaxia Gutemberg-. Se complementa con La carta al padre, que alumbra muchos aspectos de La transformación, de la obra de Kafka y del propio Kafka -hay quienes dicen que solo es literatura, por eso la salvó Max Brod, el amigo encargado de quemar su obra-, continúa felizmente con un irónico relato de Nadine Gordimer Carta del padre y se cierra con un interesantísimo álbum ilustrado que sigue la vida y las obras de Franz Kafka.

2 comentarios en “La metamorfosis de Franz Kafka

  1. La edición de Galaxia Gutemberg (1999) está agotada, pero aún se puede encontrar por ahí alrededor de los 30 euracos; sé que la tienen en Agapea de Palma y en TikBooks de Madrid. La traducción de Alianza E. (editorial bastante cutre con los traductores y así le luce el pelo) no parece que esté hecha desde el alemán como la que hace Juan José del Solar que sí procede del original. Lo que no me gusta de esta edición es el trabajo del ilustrador, el José Hernández ese, al que le tengo manía.

  2. La traducción del Alianza no se puede decir que sea buena, más bien, citando al traductor, es un jollín. Yo la que quiero de Galaxia Gutenberg no es la individual ilustrada, sino el tomo III de las obras completas. Recién me acabé El proceso -incluida en el tomo I- y es una traducción excelente (Miguel Sáenz). En conjunto todo el primer tomo es magnífico. ¿Por qué c… no me cogería los 3 tomos cuando teníamos la librería? Ahora no hay manera, salvo que asalte a algún peregrino (o peregrina) y le afane sus haberes, pues al estar agotada cuesta un pastón del que, obviamente, no dispongo.

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