La consagración de la primavera de Alejo Carpentier

Decía Alejo Carpentier en una entrevista de 1974 que trataría … en su obra inmediata, de reflejar un proceso histórico que me llevó a tomar conciencia de mí mismo y a saber que realizando mi labor no sólo trabajo para mí, sino que trabajo para los demás. Cuatro años más tarde publicaría La consagración de la primavera, en 1978, con 74 años. Alejo Carpentier cierra la novena y última parte que es también el último capítulo con una cita de Goethe: Solo merece la libertad y la vida aquel que cada día sabe conquistarlas. A la octava parte la antecede una de Melville en las antípodas del Preferiría no hacerlo, toda la novela va precedida por la respuesta del gato a Alicia … puede estar usted segura de llegar, con tal de que camine durante un tiempo bastante largo. Esta novela es el plausible camino de dos personas que se encuentran, partiendo desde posiciones opuestas, disonantes, con diferentes modos, líneas melódicas, en un pas de deux, que se encuentran y encuentran una forma de renacer en una nueva primavera. Y esa primavera es la Revolución cubana (que, porfiadamente, sigue, como puede, caminando).

      Los conocimientos de las bellas artes por Carpentier son vastos y profundos y a lo largo de los distintos capítulos son desplegados al compás de su propia biografía, ya que recoge cronológicamente sus diferentes estancias más o menos prolongadas en distintas partes del mundo -muchos años en París, varias y largas temporadas en México, España, NuevaYork… – y con ello, va recogiendo e inmiscuyendo a amigos y conocidos de entonces. Que la música fue una de sus pasiones da fe la recopilación de sus escritos en El músico que llevo dentro, donde Stravinsky cuenta con un lugar de honor en numerosos artículos. Abre la primera parte con la reproducción de la partitura del comienzo de La consagración de la primavera, ballet que revolucionó las mentes acomodaticias y bien pensantes de la época, dando origen a un gran escándalo el día de su estreno –solo con escuchar el solo de fagot seguido de corno inglés que abre la pieza y que es el fragmento recogido por Carpentier, Saint Saëns se levantó y se fue (no le hizo falta ver a Nijinski)-. Y con un solo comienza la novela en la voz de una bailarina que sabremos procedente de Bakú (como la madre del autor). A excepción de un par de capítulos en los que las dos voces narrativas, Vera y Enrique, simultanean sus pensamientos y sus recuerdos, y el final, donde de nuevo sus voces caminan en paralelo, en los demás únicamente una de las dos líneas dirigirá el relato. La historia comienza llegando a España durante la guerra civil y, en una analepsis de varios capítulos, recupera el pasado de Enrique, brigadista en nuestro país, desarrollando el contexto histórico, social y cultural cubano desde la dictadura de Machado de la cual tuvo que huir -como Carpentier-, así como la situación presegunda guerra mundial europea. Tras la expulsión de España de las Brigadas Internacionales y la situación prebélica en Francia, Enrique retorna de su exilio y Vera, en su compañía, procede al siguiente (no será hasta la séptima parte y tras un proceso de crisis profunda -personal, pero también social, en pleno proceso de avance Fidel y sus guerrilleros-, que Vera retroceda hasta la Revolución rusa para entenderse y afrontar un proceso que la llevará a ella, fugitiva de guerras y revueltas, mujer de continuos exilios, a cambiar profundamente su posición frente a la política, frente al mundo). El relato y sus motivos son de una riqueza abrumadora, de apariencia caótica, sin una estructura precisa -como el ballet del ruso- se fragmenta en 42 capítulos repartidos en 9 partes. Su verbo es ágil, profuso, preciso, práctico, nítido, contradictorio, avanzado, antiguo… Música y músicas, danza, pintura, arquitectura –la construcción en La Habana, de México-, poesía… Todo cabe, se entrelaza, evoluciona, dialoga, avanza… Dialéctica a lo largo y ancho de novela, vidas, pensamientos, artes, ciudades, naciones … La confrontación, el análisis y la literatura, la música, las esencias, la pulsión de la naturaleza, las contradicciones, su superación…

     Con esta obra, de alguna manera memorialista, que traza el círculo desde la guerra civil española para abarcar desde la revolución bolchevique de 1917 hasta la cubana de 1959, Carpentier, dos años antes de dejarnos, da una lección de escritura, coherencia y honestidad. La riqueza del texto es de una generosidad abrumadora, abierta a infinidad de vías y supone un gran placer seguirlas. A dos años de morir Alejo Carpentier era una fuente tenaz de energía literaria, pero también de compromiso, lucidez y vitalidad. A veces los caminos se pierden, los exilios se suceden, pero … Mientras nos quede algo por hacer, nada hemos hecho. Herman Melville.