Fin de viaje de Virginia Woolf

El día anterior a la publicación de Fin de viaje, en marzo de 1915, Virginia Woolf ingresaba en un sanatorio mientras Leonard, su marido, hacía la mudanza a Hogharth House. Una semana después iba a su nueva hogar con cuatro enfermeras. Dio noticias acerca de la redacción de esta novela en 1908 y le tomó cinco años y al menos, siete versiones. Terminada en 1913 cayó en un largo periodo de jaquecas, insomnio, depresión, etc., un periodo de dos años llenos de incertidumbre y temor ante la publicación de su primera obra de creación, de pasos hacia la locura y el suicidio, pero fue finalmente la publicación de la novela, su buena recepción y crítica, uno de los motores de una recuperación de la que, por momentos, las personas más próximas llegaron a dudar.

     Toda la literatura que desarrollará Woolf hasta su suicidio por no ser capaz de enfrentarse a otra crisis mental semejante a las ya vividas, asoma, de una manera u otra, por obsesión o por azar, por necesidad o por tenacidad, en esta su primera ficción publicada. El matrimonio Ambrose abre el periplo: en Al faro, esa relación entre un docto académico y una mujer con encanto y menos convencional de lo que a la época corresponde, los Srs. Ramsay, se erige como uno de los ejes principales al tiempo que exorciza, literariamente hablando, a los padres de Virginia. Rachel, huérfana de madre desde los once años -Virginia la perdió con 13-, con un refugio creado al amparo del arte -en este caso la música- y  temerosa de un mundo que desconoce por una mezcla de sobreprotección y abandono. A este personaje llegan y de este personaje parten muchas de las mujeres de la vida de Virginia Woolf, incluida ella misma, y transitan por el universo de la autora buscando su manera de expresarse, su forma de participar de la vida, su manera de adaptarse a la sociedad. Su peripecia vital bebe, no solo de las dos hermanas Woolf -Virginia y Vanessa-, sino también de su hermanastra, Stella, muerta dos años después que su madre, a poco de casarse con la persona por ella elegida y amada. Los Sres. Dalloway tienen una aparición estelar en algunos de los primeros capítulos y la señora Dalloway merecerá la innovadora novela del mismo título. El hecho de que aquello que se les usurpa a las hijas es en beneficio de los hermanos lo recoge en Fin de viaje así, como de refilón, como hace con tantos asuntos: en esas charlas mundanas que tan bien reflejan la disparidad del momento, el humor, el carácter, la frivolidad, el clasismo, la lejanía…, y se sirve tanto de la figura del insigne e hipócrita Sr. Dalloway, como de la sacrificada escritora de oficio, la Sra. Allan. El personaje de Evelyn -que en determinado momento manifiesta desear ser un hombre: Orlando lo conseguirá- con el de Susan y Rachel conforman tres tipos de mujeres jóvenes de la época, enfrentadas al gran dilema que se presentaba como fundamental para la mujer: el matrimonio. Tema que a Virginia buenos quebraderos de cabeza le había supuesto, tema que acababa de solventar y que, una vez solventado, no parecía haberle sentado muy bien dada la profunda depresión en la que cayó al poco tiempo. Los jóvenes Hirst y Hewett beben directamente de Litton Strachey y amigos, incluidos los hermanos de las Woolf. Incluso las polillas que se queman a la luz de las velas anticipan Las olas, que inicialmente se iba a titular Las falenas.  Sin hablar de las pesadillas en el fondo del mar, pesadillas que, sin duda, emanan de sus periodos de crisis y anticipan otras sueños de inmersión narrados en el futuro y un acto final fatal.

      La historia se desarrolla en dos tiempos, el primero a bordo de un barco -probablemente partió de la experiencia de un viaje hasta Portugal con su hermano- y el segundo en una isla indeterminada de Sud o Centroamérica, La primera parte es breve y supone el desencadenante que conduce a la separación de Rachel de su padre -quien quiere que adquiera buenos hábitos sociales para poder ayudarlo en su ascenso político- y, en la segunda, la vida social inglesa se traslada a un paisaje diferente, una isla exótica, más peligroso, más salvaje, al tiempo que Rachel -y algunas otras- se internan en su camino hacia la madurez y a distintas formas de feminidad que encuentran reflejo e impulso en las otras mujeres. Los hombres forman parte esencial del entramado, en especial los dos jóvenes estudiantes de universidad, interlocutores, adversarios, compañeros, inspiradores… y ciertos esposos. Y la vida avanza en un ambiente de relajación, anhelos, tés, excursiones, pequeñas y grandes, insoslayables adversidades. Para ellas y para ellos.       

      No tiene, siendo limitada en el tiempo, la definición y plenitud de Al faro, ni la delicadeza y concreción de La señora Dalloway, ni siendo juguetona, la versatilidad y osadía de Orlando, ni la vista de pájaro que rodea un círculo temporal de Los años, ni la deriva hacia la concordia o la pérdida de Entre actos, sin embargo hay mucho de todo ello en Fin de viaje, hay de todas ellas rastro y anuncio, de todas ellas y de las demás, sean o no relato (Tres guineas, Una habitación propia). Un gran novela inaugural de la narrativa de Virginia Woolf.

 

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